Padre e hijo mexicanos suben juntos al Everest
México.- La bandera de México ondeó en la cima del Everest en mayo pasado. Detrás del escudo nacional que se sobrepuso a la nieve de la montaña más grande del mundo, hay una historia que comenzó hace 16 años, cuando un niño de nombre Andrés Pérez Maillard visitó el volcán Xitle, en la Ciudad de México, y le dijo a su papá: “Me encantó, llévame a otra montaña”.
Andrés Pérez Martínez confirmó con el comentario de su hijo que el gusto por subir montañas era algo que tenían en la sangre. Así como él llevó a su hijo al Xitle a los cuatro años, su padre lo llevó a los 10 al Popocatépetl y el sentimiento fue el mismo. Ese gusto compartido por el bosque, por la nieve, por conquistar la montaña fue el inicio de un vínculo que marcaría la historia del alpinismo mexicano.
El tiempo de preparación física que tuvieron este padre e hijo para el ascenso fue de cinco meses, pues llevaban haciendo expediciones constantemente en diferentes cumbres del mundo desde hace años.
“Cuando decidimos subir hicimos un plan estratégico de cuatro años para subir montañas en Perú, Ecuador, Francia, Italia y Suiza, y así tener experiencia de ascenso en roca, nieve y hielo, a fin de prepararnos para subir en el 2023 el Everest”, declaró Andrés hijo.
Las dificultades de subir la montaña de 8 mil 248 metros de altura comenzaron desde el primer instante en el que fue el objetivo de este linaje de alpinistas. Al recordar ese momento de preparación advirtieron varias trabas, pero destacaron tres. La primera fue el sacrificio de los compromisos sociales de ambos, ya sean vacaciones, reuniones sociales, familiares o de trabajo. En el caso de Andrés Jr., decidió posponer su ingreso a la universidad un año al tener en mente conquistar con su padre la cima del Everest.
El segundo inconveniente afectó puntualmente a Andrés papá, pues un problema en las vértebras puso en duda su participación en el ascenso.
“Afortunadamente mi tratamiento de las cervicales justo duró dos meses y cuando terminé, al día siguiente, empecé un entrenamiento durísimo y me entregué en cuerpo y alma”, recordó Pérez Martínez.
Para superar la tercera dificultad, que era de índole económica, fue necesario que los Pérez buscaran apoyo para cumplir sus sueños. “Cualquier expedición es muy cara, este deporte es muy caro, pero sobre todo subir el Everest, ya que te lleva dos meses y tienes que estar pagando estancia y comida allá arriba y llevar todo el equipo no es nada fácil. Entonces, una expedición de esta magnitud para dos personas cuesta alrededor de dos millones 600 mil pesos”, puntualizó Andrés padre.